Sentate a pensar
En la actividad docente es ya poco usual que se «ponga en penitencia» a los niños, esa práctica nada edificante ha ido siendo sustituida por otras como enviar al niño a que se «siente a pensar».
Claramente que la intención del adulto es que el niño no vuelva a cometer ese error nuevamente, que se detenga y reflexione sobre aquello que hizo mal, pero eso que le estamos pidiendo ¿es realizable? ¿Tiene el niño la capacidad de reflexionar por si solo? Bajo la luz de estas reflexiones, mandar al niño a pensar, ¿No es en definitiva muy parecido a ponerlo en penitencia? ¿Cómo proceder entonces?
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