Reseña de la conferencia con el título aludido dictada el 26 de mayo de 2010 por el Sr. Jorge Dusio Caviglia en la filial de Montevideo de la Fundación Logosófica del Uruguay. Dejamos un extracto de 5 minutos en video y un artículo debajo del mismo con contenidos adicionales.

Video

Síntesis con elementos adicionales

El tema titulado “Un poderoso conocimiento: La Confianza en sí Mismo”, lo elegimos por ser parte de uno de los grandes objetivos de Logosofía: el Conocimiento de Sí Mismo; conocimiento que implica el dominio de las potencialidades que distinguen al ser humano.

Comenzaré con una anécdota vivida por un joven adolescente cuyo padre solía decirle en aquel entonces: “En todo lo que uno hace ¡hay que poner garra, fibra, temple!”.

Sin duda que el padre veía, que en algunas situaciones esto era lo que el joven necesitaba para enfrentar con confianza su resolución, y ese padre quería trasmitirle esas cualidades con la fuerza de la energía que ponía en su arenga. A su vez el joven, veía que su padre tenía esas buenas condiciones que a él en algunas circunstancias le faltaban. Pero no sabía cómo adquirirlas, ni su padre cómo enseñarlas, explicándole el proceso que había que seguir para obtenerlas.

Este relato pone en evidencia la diferencia sustancial que existe entre haber conquistado una buena cualidad sin saber cómo, y lograrlo mediante la aplicación inteligente de conocimientos que enseñen los pasos que se deben ir dando para su adquisición. En este último caso, no solo se beneficia quien lo logra, sino que se está capacitando para ayudar a otros a realizarlo.

Esto define otro de los objetivos del método logosófico: El desarrollo y dominio profundo de las funciones de estudiar, aprender, enseñar, pensar y realizar.

Confianza y conocimiento

En forma general, podemos ver que la confianza que tenemos en nuestras actuaciones, está estrechamente relacionada con el grado de conocimientos que tenemos para enfrentar las dificultades que todo proyecto o la vida misma nos presenta. Un acontecimiento que me fuera relatado podrá ayudarme a transmitirlo mejor.

Durante una reunión familiar, la manguera de una garrafa de gas tomó fuego en la cocina de la casa, produciendo una fuerte llamarada. Dada las voces de alerta, se produjo una corrida general de todos los asistentes, por el miedo a que se produjera una explosión.

El que narró esta historia no fue de los que corrió, pues sabía que las garrafas no explotan si el gas tiene salida, aunque haya fuego. Pero tampoco supo que hacer. Hubo otro de los asistentes que tampoco corrió. Él, con toda decisión, tomó unos trapos de la cocina, los mojó y envolvió el pico de la garrafa con ellos, con lo cual el fuego se apagó inmediatamente.

Enseguida sacó la garrafa fuera de la casa para dejar que el gas terminara de salir, abriendo las ventanas para ventilar el ambiente. Esa persona había trabajado como bombero y sabía exactamente cómo debía actuar.

Quien esto nos relató, comentó que vio en esta experiencia tres aspectos en relación a los conocimientos: 1) quienes no lo tienen, y ante la ignorancia de lo que puede suceder se ponen a resguardo, 2) él mismo, que tenía un conocimiento general, pero no la seguridad de cómo actuar, y 3) quien teniendo el dominio del conocimiento, pudo solucionar la situación con solvencia y confianza, a la vez que le explicó el por qué de lo que había sucedido y le enseñó cómo se debía proceder en esos casos.

Esto mismo nos podría pasar en otros órdenes de la vida y en particular con los conocimientos que se requieren para el desarrollo de las aptitudes humanas. Veamos algunos aspectos de esos conocimientos que aplican al cultivo de la confianza en sí mismo.

Aportes a la niñez, adolescencia y juventud

¿Qué podemos hacer como adultos para fortalecer la confianza en el niño y el adolescente? Veamos algunos aspectos de inmediata aplicación:

  • Permitirle expresar su pensamiento sin interrumpirlo, aunque esté equivocado o sepamos lo que va a decir.
  • Permitirle enfrentar dificultades y tomar decisiones de acuerdo a su edad, con una mínima asistencia nuestra.
  • Valorar el esfuerzo y el empeño que pudo demostrar, aún cuando el resultado logrado todavía no haya sido exitoso.
  • No señalarle sus errores en público para no afectar su concepto. La corrección puede ser siempre hecha en privado.
  • Enseñarle cómo él puede corregir sus faltas, primero evitando volver a cometerlas y luego, compensando con sucesivas actuaciones positivas el error cometido. Esto lo ayuda a descubrir, que él podrá siempre redimirse por sí mismo.

La juventud es una etapa maravillosa, plena de energías, de ideales, de proyectos, y hasta de sueños. Y es también una etapa difícil para el recién llegado de la adolescencia, ya que es el encuentro con la realidad en todo su esplendor y su fuerza.

Esa realidad a veces puede resultar dura para el joven explorador de ese nuevo mundo, en especial cuando ha vivido excesivamente en el mundo quimérico que se le crea con una utilización excesiva de la imaginación. Cuando ésto se hace en la niñez, se debilita mucho la capacidad de entender la realidad y de adaptarse a ella.

¿Qué aporta Logosofía para ayudar a la formación del carácter y la confianza en la juventud?

Un conocimiento que los jóvenes necesitan tener, es el de las defensas mentales. Defensas mentales ante tanta incertidumbre e inestabilidad. Muchos de ellos no pueden ver la potencialidad de desarrollo que tiene su mente y el alcance de la sensibilidad de su alma.

Ayudarlos en la creación de conceptos amplios y positivos sobre el futuro, con todas las prerrogativas que se abren a la vida, mediante el cultivo de la inteligencia y los valores humanos, es inmunizarlos contra los estados de desorientación y desequilibrio generalizados, infundiéndoles confianza y alegría de vivir.

Este conocimiento no es solo positivo en la juventud. En el adulto también ocurre que ignora muchas de sus potencialidades, entre ellas la posibilidad de crear esas mismas defensas mentales que le permitan sostener sus convicciones ante la vacilación o la duda, sobre lo que el futuro le depare, o sobre lo que siempre sintió como noble, justo y sensato.

Al hablar de defensas mentales, Logosofía se refiere a las defensas contra todo lo que internamente atente contra la libre determinación de la voluntad, tal como suelen ser las creencias, los conceptos equivocados, los prejuicios dogmáticos o los pensamientos negativos de carácter autónomo que se mueven al margen de la voluntad. Esto último constituye todo un descubrimiento que permite ir eliminándolos, con lo cual la vida cobra vigor y alegría.

Experiencia, conocimiento y método

Cuando no hay conocimientos los aciertos en nuestras actuaciones son muchas veces fruto de una serie de “ensayos y errores” que se van sintetizando en lo que llamamos “experiencia”, la que a veces llega después de mucho vivir y no pocos golpes.

El conocimiento que el ser humano puede crear sus propias defensas mentales y controlar sus pensamientos es factor primordial en el desarrollo de la confianza en sí mismo. Es un factor equilibrante y explicaremos por qué.

El método logosófico propicia una doble acción simultánea: por un lado, el cultivo de nuevas aptitudes y por el otro, la eliminación de los factores que internamente las afectan. Esto es parte de un proceso de cambios continuos que Logosofía denomina “Proceso de Evolución Consciente”. Ese Proceso gradual, destinado a otorgarle al ser humano el control consciente de su propia vida, está regido por leyes de carácter universal, y no es privilegio de nadie, sino posibilidad de todos.

Todos evolucionamos, menos o más rápidamente en función del tipo de conocimientos que vayamos aquilatando en nuestra conciencia.

Resultados inmediatos

Uno de ellos es la liberación de las trabas que impiden el uso de la palabra para la manifestación clara del pensamiento. El ejercicio continuo en la expresión y síntesis del pensamiento, tanto oral como escrito, permiten vencer la timidez o la imprecisión que antes pudieran aquejarnos.

Otro resultado ha sido el cambio de posición respecto a la tendencia a discutir o querer tener la razón en las discusiones. Me ha resultado sumamente benéfico para mi capacitación en todos los ámbitos, saber valorar las opiniones ajenas. Esto produjo a su vez, por correspondencia, una mayor receptividad a mis propios planteos. Pero sobre todo, la confianza en que la amistad no será puesta en riesgo al evitar el acaloramiento en las discusiones.

Y para citar otro de los resultados más inmediatos, diré que ante la tendencia de atribuir la responsabilidad de lo que nos pasa, a los demás, o a la mala suerte, he encontrado muchos mejores resultados, al enfocar mi atención en aquello que me pueda estar faltando, para encontrar por mi mismo la solución a los problemas.

He aprendido también, el beneficio de poner siempre los problemas dentro de la vida y no la vida dentro de los problemas. En aquel entonces me dejó el interrogante: ¿Se pueden contener los problemas sin embargar la vida en ellos?

Influencia de la Confianza propia en otros

Quiero compartir también un acontecimiento laboral sobre cómo la solidez de los conocimientos y el concepto personal, influye en la confianza de un conjunto. Fue algo muy especial en lo que fui testigo privilegiado.

Ocurrió en el sistema informático de un importante banco, en el que la precipitación en la puesta en marcha de una serie de nuevos programas había llevado al sistema a un colapso. Las operaciones se interrumpían en todo el país varias veces al día, por un atascamiento en el equipo que tenía que ser apagado y encendido, produciéndose considerables inconvenientes en la operativa.

Se solicitó la contratación de un experto en sistemas de gran experiencia y reconocimiento, no solo por su reputación técnica, sino también por sus particulares condiciones humanas con las que había cultivado un trato cordial y de amplia simpatía, con todos quienes habían tratado con él.

Cuando llegamos al hall central del amplio piso donde se comandaban las operaciones, el caos era evidente: se había producido una nueva interrupción del servicio. Los movimientos de idas y venidas en las personas denotaban el nerviosismo imperante. Hasta que lo vieron entrar.

Se produjo un súbito silencio, mientras él pasaba a la sala principal, donde lo rodearon como a un general que va a impartir órdenes. Su sola presencia y las claras indicaciones que comenzó a emitir, ordenaron los movimientos de los diversos grupos que salían a recopilar información y realizar las primeras recomendaciones que dictaba. Tal era la confianza que transmitía, que influyó de inmediato positivamente en todos.

No era que aquel hombre fuera a realizar la tarea solo, no, pues las capacidades también estaban en los demás. Su intervención tuvo la virtud de hacer posible que esas capacidades se pusieran de manifiesto en forma ordenada y eficaz.

Pero quiero subrayar lo dicho: eso que logró, no fue solo con su reputación técnica, sino por sus particulares condiciones humanas.

La historia como ejemplo

¿Qué valor se puede sacar de este relato?

Si recorremos en rápido vuelo mental algunos de los pasajes más notables de la historia podemos ver cómo delante de las grandes transformaciones de la humanidad ha estado siempre la lucidez y el temple de aquellos que han sabido inspirar con sus ideas la inteligencia de todos, transfundiéndoles la confianza en su realización. Confianza que se agigantó siempre con el ejemplo en primera persona, de quien las enseñó.

No obstante el valor de esos ejemplos, ellos quedaron siempre circunscriptos a los pocos que los evidenciaron, quedando la humanidad pendiente de saber cómo forjar esas grandes condiciones.

En la etapa que nos ha tocado vivir a nosotros, vemos como la humanidad se debate en la búsqueda de soluciones a los grandes problemas que la aquejan en todos los órdenes: sociales, educativos, ambientales, morales y espirituales.  Ni la ciencia, la religión, o la filosofía, han encontrado un punto de apoyo con que mover el mundo y sacarlo del estancamiento y falta de rumbo certero en que parece encontrarse.

La ciencia logosófica da bases para remediar ese lamentable descuido, ese vacío que va llevando a la humanidad a la desorientación y al pesimismo. Su pedagogía clara, llena de aliento y estímulos, no está destinada a unos pocos para que se destaquen en el libro de la historia. Con ella se ha abierto un nuevo libro, un libro que será escrito por todos quienes quieran sumar su empeño, su entusiasmo y su capacidad en Pro de la Superación Humana.

Hacia esa meta dirigió todos sus esfuerzos el autor de Logosofía cuando decidió crear esta Escuela de Pensamiento a la que dedicó toda su vida: a sentar bases para que el ser humano pueda desarrollar sus mejores condiciones y superar todas sus limitaciones.

Y a modo de cierre, como sencillo homenaje al día del libro que se celebra hoy en Uruguay, quiero compartir un párrafo de González Pecotche, de uno de sus libros titulado “Introducción al Conocimiento Logosófico”:

Los conocimientos logosóficos interpenetran la vida; están en el alma de todos, muchas veces durmiendo desde tiempos inmemoriales, a veces enraizados en la existencia desde épocas remotas. Cual piedra de toque, ellos hacen surgir y despertar en las mentes fervientes anhelos de superación, de capacitación y de perfeccionamiento.

Quienes hoy integramos la Fundación Logosófica conocemos y apreciamos las reservas morales y espirituales que existen en la humanidad. Nuestro anhelo es que estos conocimientos se extiendan lo más posible, y sean útiles a quienes quieren lograr, como nosotros, que las generaciones futuras sean más felices que la nuestra, y preparar así para la humanidad un mundo mejor.