Consulta de un lector:

El siguiente diálogo tuvo lugar vía Internet, con motivo de una consulta realizada en ese medio por un lector, al que un estudiante de Logosofía atendió tal como se expone a continuación.

La consulta:

Soy una persona interesada en métodos de perfeccionamiento personal, pues creo que la vida de un ser humano no debe ser tratada como un barco a la deriva en la inmensidad del mar. Y para ello es menester que se tenga conciencia de los mecanismos que hacen a la vida en sus facetas físicas, sociales, mentales, entre otras. Así, aguzado por la curiosidad en cuanto a la supuesta ciencia de la Logosofía, estoy leyendo una de las obras de esta ideología o doctrina. Confieso que, aún estando próximo al final del libro Curso de Iniciación Logosófica, no he conseguido comprender sobre lo que realmente trata el referido método. A lo largo del libro apenas conseguí extraer dos ideas básicas: la de que el estudiante debe vigilar sus propios pensamientos, y que cada uno deberá  mantener la disciplina de aplicar los métodos que serán explicados en las demás obras y artículos de Logosofía. Por lo tanto, si hay orientaciones más objetivas en las demás obras que posibiliten un mejor entendimiento, éstas solo podrán ser apreciadas si realmente el estudiante pasara por esta primera prueba de paciencia. Ocurre que, según lo que todo me indica, la ideología produjo resultados tales como fundaciones serias y algunos millares de simpatizantes o practicantes del método. Por lo tanto, y sabiendo que otras diversas ideas, ideologías o doctrinas de las más inconsistentes o esdrújulas características también han reunido adeptos por el mundo allí afuera, es para mí importante mantener la mente abierta, pero crítica. Hago coro con aquellos que aguardan por una explicación más clara y objetiva en Wikipedia en cuanto al tema de la Logosofía.

La respuesta:

Estimado lector:
Es interesante ver como yo pasé por la misma situación al leer los libros de González Pecotche. En mi caso fue con la lectura de “Mecanismo de la Vida Consciente”. Mientras tanto, al poco tiempo fui apercibiéndome de varios puntos que quiero compartir con usted.

Comúnmente esperamos que los libros sean escrito hechos “papilla para bebé”: conceptos divididos en partes, prontos para ser digeridos. González Pecotche por su lado escribe de manera clara, pero condensadamente. Comprendo que su objetivo es estimular al lector a pensar; mi entendimiento actual es que, al reflexionar sobre cada afirmación suya, el método surge de las directrices extraídas en la reflexión. Observé que algunas veces una única frase sintetiza todo un conjunto de directrices esparcidas aquí y allá en otros libros.

En mi experiencia individual, me ayudó el visualizar los libros logosóficos como lo que actualmente se llama “hipertexto” (mi mini-tesis de final del curso de bachillerato en Ciencia de la Computación fue sobre eso), donde cada parágrafo de aquí explica otro de allá, a veces en libros diferentes. La conexión de esos puntos diferentes entre sí tienen la intención de llevar a la práctica lo que él recomienda (“poner en práctica las enseñanzas”) permitiendo al lector comprender cada vez más lo que es el método. Más tarde comprobé que el propio González Pecotche recomienda, justamente, la lectura de esa manera (obviamente sin usar la palabra “hipertexto” que no existía en la época).

El método tiene un lado personal, desde que la conexión con las ideas de González Pecotche depende de los pensamientos que ya tenemos dentro de nuestra mente y de los conocimientos que ya hemos adquirido en nuestra vida. Al comparar lo que yo entendía con lo que otros lectores entendían, percibí que algo que para mí parecía trivial, para otros no lo era y viceversa. Del mismo modo, al intentar llevar a la práctica sus ideas, algunas para mí fueron fáciles y para otros no, y viceversa.

Hubiera sido más fácil entender ese libro inicial “Mecanismo de la Vida Consciente” si hubiese leído antes los capítulos 7 y 8 del libro “Logosofía. Ciencia y Método”, donde González Pecotche explica las enseñanzas y buena parte el método logosófico. Después de la lectura de ellos, volví a releer el libro “Mecanismo…” una vez más, hasta que comencé a hacer las conexiones mentales y con eventos de mi vida, además de experiencias para intentar aplicar los conceptos.

Según entiendo, Logosofía usa un “método espiral”. En mi experiencia previa, conocía ya intentos de enseñar siguiendo un “método espiral”: por ejemplo, el curso de Inglés de la BBC “Follow me” (el método espiral fue popular en la enseñanza de Inglés en el inicio de la década de los 80’), y el libro “Cálculo I y II” por Edwin Moise. En el método espiral se hace primero un estudio inicial para tener una idea genérica. Después se vuelve al mismo tópico, entrando más a fondo, y así sucesivamente. Este segundo paso es lo que en general no existe en las escuelas donde se usa un método secuencial (por ejemplo: estudié la historia de Grecia en el séptimo grado y nunca más después). Más tarde, al entender mejor el método logosófico, comprendí que éste también es en espiral, pero en un nivel todavía más intenso, con ciclos de perfeccionamiento a nivel diario, González Pecotche menciona esto en el libro “Curso de Iniciación Logosófica”:

…el uso diario concurre a grabar con caracteres indelebles el emblema arquetípico de la espiral…

Los estudiantes de Logosofía usan los mismos libros, sea en el nivel de conocimiento que estuvieran (eso incluye también el “libro de la vida”, o sea, las experiencias que uno registra en el día a día). Lo que diferencia a los estudiantes es el nivel de estudio y de realización sobre cada tema que revisan cíclicamente, siempre profundizando al realizar en la práctica la teoría sobre los mismos. Esto comprende también la observación, con gran respeto, de lo que otros piensan, así como el interés de aprender de los demás, sea dentro o fuera de la Fundación Logosófica, pues nunca se sabe dónde y con quién va a completarse el estudio de un tópico, dado que la otra persona puede tener realizado en su experiencia diaria, algo que a mí me falta para concretar el entendimiento sobre algún punto a estudio. Estudiar, en Logosofía, no significa solamente leer libros o artículos, sino especialmente pasar a la etapa de aplicación en la realidad diaria.

La Logosofía sintetiza estos ciclos de estudio en la frase “experimentar lo que se estudia y estudiar lo que se experimenta”. Así, los conocimientos logosóficos son adquiridos, pero no quedan osificados; es para eso que el método recomienda su aplicación diaria: para perfeccionarlos. Comprendo hoy en día, que no existe dogma en Logosofía: los conocimientos y conceptos también evolucionan de acuerdo con el retorno obtenido de la realidad experimental. Esto fue para mí uno de los puntos clave para decidirme a estudiarlos más a fondo, pues para mí, como científico académico, significaba poner el enfoque científico a un tema el cual siempre me pareció un tanto esquivo de ser tratado racionalmente: lo referente a la mente, los pensamientos y temas de ese género, que antes de tener el enfoque de Logosofía siempre había visto tratar de manera superficial en los libros de auto-ayuda o de manera académica e inaccesible en los estudios de psicología.

Mis autores favoritos en psicología son Piaget y Jung. He leído varios libros de Piaget, entre ellos, “Epistemología Genética” a partir de los 16 años, y varios de Jung luego. Mucho después comprendí que no todos los lectores tenían la suficiente erudición para acompañar los argumentos de esos autores, y que sus ideas, por más interesantes que fueran, no eran inmediatamente aplicables al día a día para el perfeccionamiento de la propia psicología por el propio lector (“bastarse a sí mismo”, según la Logosofía), dada la cantidad de referencias sobreentendidas a temas de historia, mitología, filosofía y otros, todo lo que causa una gran sobrecarga en el estudio, el que lleva años solamente en la fase teórica.

Por favor, no tome lo que escribí como una descripción completa del método logosófico, sino como una rápida descripción de mi visión personal actual; otros tienen una visión completamente diferente a ésta, como ya pude comprobar. Entiendo que esto es así porque en Logosofía no hay dogmas ni imposiciones de ninguna especie, especialmente en la aplicación del método. Se respeta  el libre arbitrio individual para llevar a la práctica lo que para cada uno es viable, en la medida de las posibilidades del lector en ese momento. Quiero decir con esto que no existe un “programa” que tiene que ser cumplido de manera rígida, como por ejemplo ocurre cuando se está cursando materias de liceo.

Entiendo que la Logosofía en este aspecto estimula justamente lo que acontece a veces en la práctica, cuando terminado el liceo o la universidad, continuamos aprendiendo con la realidad del día a día, en la medida de lo que vamos encontrando en nuestras experiencias. Lo mismo ocurre en la investigación científica de modo general, pero en el caso logosófico, esta evolución de conocimientos se aplica a los conceptos mantenidos internamente. En ambos casos la verificación en la realidad práctica es el criterio para la afirmación de una comprensión, la cual sirve de base para una futura investigación, y de ahí hacia adelante.

Según he podido observar, como en cualquier investigación científica, la claridad conceptual es proporcional al conocimiento adquirido sobre el tema. Por ello le recomiendo intentar poner en práctica algunas de las ideas de González Pecotche, aun cuando todavía no asista a ninguna sede de estudios. Esto ayuda enormemente a la comprensión. Yo en particular estudié por cuenta propia durante dos años y medio, pero llegó un momento en que vi que era necesario interactuar con otros estudiantes para poder acelerar el progreso, dado que la clarificación de las ideas ocurre de manera mas fácil con interlocutores, del mismo modo que el progreso científico en general se aceleró cuando los científicos pasaron a congregarse en institutos de estudio. Le recomiendo entonces hacer por lo menos un curso de información,  que es sin costo.

Hoy comprendo que debería haber iniciado estos estudios colectivos en un instituto logosófico más tempranamente, pero me lo impidió mi gran resistencia y desconfianza a cualquier entidad organizada, por el temor a ser engañado, tal como usted mencionó. Fue justamente al experimentar los primeros resultados por mí mismo que superé ese temor, al ver que González Pecotche escribía sobre cosas que yo ya había logrado comprobar en mi propia vida, de otras que no sabía, pero que me parecían sensatas y de realización inmediata, y luego de otras que fui investigando y comprobando a lo largo del tiempo.

Me ayudó también a vencer esa resistencia, la garantía implícita de integridad en la recomendación de González Pecotche que reproduzco aquí:

La Logosofía no aconseja creer lo que se estudia ni aceptarlo a pié juntillas, por más ciertas e incuestionables que parezcan sus afirmaciones; de ahí que imponga la experimentación como base segura del proceso rumbo al saber. Quiere que cada uno de sus cultores comprueben por sí las verdades que entrañan, y eso solo se puede hacer llevándolo al campo de la propia experiencia.

A duras penas entendí (tengo más de 3 mil libros, sin contar los que ya he leído) que, en cualquier ciencia leer extensivamente puede tornar a alguien en un erudito, pero solamente el contacto con la realidad transforma la teoría en conocimiento y permite al ser obtener el saber. En ciencia no hay nada mejor para obtener claridad conceptual en cualquier asunto, que la investigación individual. Ningún artículo en una enciclopedia podrá resumir algo como Logosofía, expuesta en más de 20 libros e investigada en la práctica de millares de personas; por esa vía siempre quedará en la superficie. Considero un artículo en una enciclopedia como un punto conveniente para informarnos sobre un asunto, pero no para tomarlo como fuente de un saber efectivo. Lo contrario sería caer en el mismo error de los habitantes del Mito de la caverna de Platón: tomar las sombras de la realidad como la realidad misma…