Un enfoque con orientación logosófica
Gran parte de mi vida se ha enfocado en el estudio del hombre y la mujer enfermos, con un físico enfermo; he tratado de llevar vidas por la senda de la salud, pero en ocasiones la tarea no se muestra sencilla… muchas veces me preguntaba: ¿por qué? ¿qué sucede con esta persona que, si bien no muestra evidencia física de enfermedad, no luce sana, ella misma no se “siente” sana? ¿qué sucede con aquellos enfermos que, a pesar de innovaciones médicas, no curan? Muchas otras preguntas surgen del diario acontecer.
Bien, la ciencia logosófica me ha dado muchas respuestas que hoy aprecio, comparto y aplico como parte de una experiencia de vida.
La vida física humana tiene una temporalidad inevitable, sin embargo, es nuestra intención mantener y ayudar a mantener el mejor estado de salud posible. Siendo un tema muy amplio sólo tomaré algunos puntos donde apoyar la orientación integral y preventiva de la salud que he tomado como norte hoy día.
La salud, según la Organización Mundial de la Salud, es el completo estado de bienestar físico, psíquico y social del individuo. Esta definición nos lleva a buscar comprender que no sólo la salud de nuestra parte biológica está involucrada en el asunto “salud”, tampoco la psicológica por si misma, sino también, cuál es la interacción de ambas partes con aquello que me rodea, con el medio circundante.
La salud, hasta donde he llegado a comprender y a conocer, se sustenta en un estado de equilibrio entre todas las partes componentes del individuo, donde el buen uso o disposición de las energías es una clave. El equilibrio también en todos los aspectos o campos experimentales de nuestra vida.
Logosofía nos presenta un ser bio – psico – espiritual donde la parte orgánica, biológica, va unida a la parte psicológica con sus tres componentes (sistema mental, sistema sensible y sistema instintivo) y al componente espíritu, vital y responsable del existir.
El origen de cuanta cosa grata o no tan grata nos ocurre se encuentra, mayormente, en el sistema mental, donde tenemos pensamientos, algunos muy buenos, sin duda, pero otros negativos que pueden ocasionar daños importantes a nuestra parte biológica. Podemos tomar a la desobediencia de quien ha reconocido que, por ejemplo, el abuso del cigarrillo le hace daño, pero sin embargo, reincide en el vicio. Este es un pequeño, pero muy familiar ejemplo, estoy segura, no sólo con el cigarrillo, sino también con el control médico del año, con el hacer ejercicio físico, con lo que debemos o no comer, en fin, con todos aquellos propósitos de bien que nos hacemos, a veces sólo cuando hay algo que nos “obliga”, como lo es la presencia o cercanía de un problema de salud.
En este punto cabe advertir que es necesario fortalecer nuestra voluntad como elemento fundamental para lograr cualquier propósito de bien que tengamos, su fuerza es indispensable para mantener el orden y lograr una vida equilibrada, armónica y por ende, más salud.
Recordando la definición de salud de la OMS, debemos añadir al ambiente que nos rodea, o sea, el medio circundante donde pasamos nuestros días. Si buscamos vivir en un ambiente lleno de respeto, de tolerancia, de pensamientos llenos de estímulos podremos vivir más felices y tener más salud. El ambiente logosófico proporciona y enseña a cultivar este ambiente que, quienes hemos podido irlo llevando a nuestros hogares, vemos prolongado el tiempo de vida en un ambiente más saludable.
Entonces, vemos que, es la actividad cada vez más consciente de nuestra inteligencia, la capacidad para detectar los movimientos de la sensibilidad, la capacidad para orientar las energías de nuestro instinto, la capacidad de atender la faz espiritual de la vida humana, la permanencia en el mejor ambiente posible, lo que hará que nuestra parte biológica sea más sana.
Por último, pero no menos importante, quiero mencionar la necesidad de vivir con un ideal…tener un ideal de vida.
Espero que, para este nuevo año, todos podamos gozar de buena salud.
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