Yendo de casa al trabajo entretenido en razonamientos que buscaban poner luz sobre un asunto que no alcanzaba a resolver satisfactoriamente, en uno de esos días de nubes amenazantes puse mi atención en los elementos con que cuentan las casas y edificios que no hacen a su estructura; ni siquiera a su belleza.
Pensaba con qué facilidad pueden ser dañadas cosas a las que les asignamos un alto valor u otras que queremos o apreciamos mucho y seguidamente noto cuántos son los esfuerzos por protegerlos y crearles defensas. Quiere decir que la aparente vulnerabilidad deja de serlo en cuanto decidimos tener en cuenta esta situación.
Rejas, alarmas, cercas eléctricas constituyen defensas para el hogar, un recinto que se le valora, se le quiere y las más de las veces también protege lo más preciado de nuestros afectos.
Notas de una realidad que muchas veces intenta agredir lo que más queremos. Esto se da en muchos aspectos que constituyen nuestra vida, pero observando los esfuerzos desarrollados en la protección, que parecen no tener límites, se ve en cámaras ocultas, en sofisticados sistemas de grabación y en computadoras mostrando a la vez varios ángulos de una misma imagen.
Relacionado con las computadoras otra vez nos encontramos con la preocupación de proteger lo que en ellas existe. Desde archivos de texto con tantas redacciones tan apreciadas, pasando por números y cálculos tan necesarios, hasta la inofensiva lista de contactos que resulta lo más apetecible para la moderna agresión. Y otra vez en forma análoga a aquellas rejas y alarmas nos encontramos con antivirus para proteger el ingreso de troyanos y gusanos o “paredes de fuego” defienden nuestras computadoras de una agresión externa.
En variadas formas la amenaza externa está presente. Pues bien, podemos repetir muchas veces esta observación ante las más distintas circunstancias. Tratamos de proteger, de preservar, de prevenir ya que eso nos da la posibilidad de mejorar nuestra vida y dedicarla a los propósitos que más valor tienen para nosotros.
¿Hemos hecho esto con la mente? Las observaciones realizadas surgieron en virtud de una necesidad interna para determinar que protección daba a la mente. Nuestra mente está expuesta a un sinfín de situaciones que la ponen a prueba. Siendo que para cada uno su mente tiene una importancia invaluable bueno es detenerse y apreciar cuál es la verdadera atención y cuidado que le damos.
Justamente las respuestas que intentaba hallar iban dirigidas a resolver el problema de la vulnerabilidad de la mente y las observaciones realizadas daban paso a una conclusión inobjetable: la mente necesitará de una técnica que pueda protegerla de los embates que pueden presentarse en variadas formas. Hallé la luz que buscaba relacionando lo dicho en relación a las «defensas mentales» que la Logosofía enseña a crear y que desarrolla con referencias claras (libros «Curso de Iniciación Logosófica» y «Logosofía. Ciencia y Método» de González Pecotche por nombrar algunos).
Acechan a la mente y ponen en peligro su buen desempeño, por ejemplo, discursos que buscan que adoptemos una posición respaldando intereses que no son propios y tal vez no nos hagan bien, imágenes que hieren nuestra sensibilidad, intentos de hacernos responder a movimientos de masificación, también de hacernos incorporar creencias que nada tienen que ver con la realidad respondiendo a fines no muy claros, situaciones de ira, impaciencia y desconformismo que están en el ambiente y logran que actúe de ese modo, etc.
Las medidas defensivas pasan por establecer una guardia perimetral con agentes creados por nosotros a tales efectos y que actúen cuando se presente la circunstancia. Si la situación es un intento porque adoptemos determinada posición, automáticamente aparecerá ese agente que analizará el fin que persigue y la causa verdadera de esa propuesta.
Si son imágenes que pueden dañar, tener un recurso para que no permanezca esa exposición y sin que genere conmoción poder cambiarla. Si la pretendida ingerencia fueran movimientos de masificación, preguntarme a quien beneficio con esto. Si fuera la insistencia para que adopte una creencia, sé que no es bueno tener creencias siendo que es mucho mejor saber que creer.
Si se instala el germen de la ira, en el tránsito por ejemplo, e intentan agredirme de palabra estar pronto a no escuchar y tener un repertorio de respuestas que vayan desde el silencio hasta «buenas tardes señor, disculpe el inconveniente que le he ocasionado».
Queda claro que debemos alistar cuan si fueran vigilantes muy instruidos, preparados para un sinfín de circunstancias que puedan presentarse, pensamientos de acción inmediata que bloqueen al instante todo intento por ingresar a la mente de cualquier elemento extraño que no nos proporciona certeza de su bondad o no lo conocemos y puede terminar dañando nuestro accionar y nuestro estado. Luego determinaremos con más tiempo si fuera oportuna esa presencia, pero por lo menos pudimos detener un ingreso no querido por nuestra voluntad.
En la mente funcionan las facultades de la inteligencia; tenemos oportunidad en ella de crear pensamientos que respaldados por nuestra voluntad logran construir propósitos de variado calibre, allí se conforma nuestra psicología, aún mucho más funciona en su entorno, de todo esto surge la importancia mayor que representa.
Tenemos a nuestro cargo un recinto propio de altísimo valor, nuestra responsabilidad está representada entre otras cosas, en que no podemos abrirle la puerta a extraños elementos, a pensamientos foráneos, que pueden internarse en ella y desestabilizar su funcionamiento repercutiendo negativamente en nuestra vida.
Seamos lo que queremos ser, que nuestras expresiones se manifiesten con naturalidad. Seres que actuamos por nosotros y no por los demás. Busquemos y pongamos en funcionamiento las importantes defensas que eviten que se instalen en nuestra mente barreras e instigadores que obedecen a intereses mezquinos de quien o quienes intentan plantarlos. Protejamos nuestra mente para hacer que la vida sea cada vez mejor y que hallemos el mayor gusto y alegría de explorar regiones que aun no hemos descubierto.
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