¿ Qué ejemplos reciben los jóvenes adolescentes de hoy ?

Antes de entrar  de lleno en el tema, cabe preguntarse  si realmente somos conscientes de lo que significa el ejemplo en el terreno de la vida, en la vida diaria así como en los procesos internos que contribuyen a la formación de la moral.…

Para ello comenzaremos por el concepto común del diccionario: “Ejemplo: acción o conducta que puede mover o inclinar a otros a  que la imiten si es bueno, y a que la rehuyan o eviten si es  malo.”

Desde el punto de vista moral, el ejemplo tiene una gran fuerza tanto para el bien como para el mal, por eso se usa y es tan eficaz en la enseñanza en general.

De  lo anterior   surge la necesidad de averiguar sobre “imitar”: “Imitación: Inclinación que lleva al hombre a reproducir movimientos, acciones y obras que ha observado. En la infancia la imitación es el principio de la educación; en edad avanzada hace al hombre social y perfectible. Ejerce gran influencia en los usos y opiniones, pues no solamente produce la moda, sino que ejerce una especie de contagio (benéfico o nocivo). También aparece esta inclinación en animales (mono, papagayo)”. (misma fuente)

El autor de la Logosofía nos ayuda a comprender algo más, al expresar que

“Imitar burdamente es cosa fácil; imitar elevadamente es tarea difícil pero no imposible para el espíritu que quiere someterse a las exigencias del ejemplo.”

Pienso en la imitación en la juventud actual, en estos tiempos  de tanta información, con medios de comunicación masivos, el frecuentar ambientes no depurados. Vemos cómo   se siguen   conductas negativas que abundan y se imitan. Surgen los contagios y se instalan modas que reproducen conductas de todo orden, toman ejemplo de vidas disipadas de violencia,  actitudes que rebajan la dignidad humana. Y  vemos a los jóvenes imitando “burdamente”. ¿Qué imitan? Lo fácil, lo más atrayente, lo que produzca placer inmediato. Captan y hacen suyo lo ficticio, lo que no es natural: ¡lo exótico!

¿Por qué? ¿Por qué imitan esas conductas negativas? Porque toda esos mensajes, esos ejemplos, van dirigidos directamente a la parte menos cultivada y más rebelde: el instinto, que es quien tiene más fuerza en esas edades; los jóvenes lo tienen a flor de piel. Y en general, las conductas negativas se adoptan rápidamente, prenden como los yuyos y las malezas que crecen en cualquier lugar sin necesidad de sembrarlos ni cultivarlos.

¿Por qué los jóvenes no rehuyen o evitan adoptar conductas negativas? Porque carecen de los conocimientos que actúen como defensas; carecen de convicciones firmes, de orientación moral convincente. Está fallando, en resumen, la moral, que se edifica con el buen ejemplo.

¿Qué se le está ofreciendo a los jóvenes, a los niños? ¿Cuál es nuestra responsabilidad como adultos? ¿Dónde están los buenos ejemplos? ¿O no los hay?

¿O están sepultados por la avalancha de los malos ejemplos? ¿O existen y no los vemos?

De ahí que sea tan importante rodear al niño y al joven adolescente de buenos ejemplos, de estímulos sanos, naturales, positivos; buscar la proximidad de quien pueda auspiciar las buenas inspiraciones.

El ejemplo  es una forma de enseñanza-aprendizaje que actúa sobre la sensibilidad y va edificando la moral individual, que se gesta en  las excelencias del interno sentir.  Es una forma de educación moral. Intervienen en este proceso dos protagonistas: el que da el ejemplo y el que lo recibe, o sea, el que enseña y el que aprende.

Por imitación también puede aprenderse. Recordemos cómo aprenden a caminar, a hablar, etc. los niños. Traen las capacidades para hacerlo,  pero tienen que ser enseñados. De los ejemplos que vea y reciba aprenderá o no, lo hará bien, regular o mal, según  la calidad de  los mensajes que reciba.

El que enseña le orienta, le guía y lo corrige cada vez que se equivoca -o debería hacerlo- El que aprende prueba, ensaya, se equivoca, es corregido, repite … ¡y aprende !

Para que  la orientación cumpla su  misión edificante y  se constituya en un buen ejemplo debe reunir ciertas  condiciones. El autor de la Logosofía expresa:

“Toda enseñanza moral no avalada por el ejemplo de quien la dicta, obra en el alma del que la recibe en sentido contrario”.

Entonces el ejemplo deberá:

  • Tener seguridad  y firmeza en quien  enseña.
  • No debe haber contradicciones (decir una cosa y hacer otra)
  • Deberán ser explicados (por qué actúo de esta determinada manera y no de otra).
  • Explicar los criterios que  adopto (por qué lo hago)

¿Por qué el ejemplo debe ser explicado o “cantado? Porque va dirigido a la sensibilidad y a la razón de un ser humano, no a un animalito al que se le ordena con imposición.

  • Debe ser realizable, real .
  • Debe ser constructivo, que permita el desenvolvimiento de sus facultades  sensibles y mentales, no que las ahogue por la incomprensión.

Y así se van formando en el niño los conceptos de bien y de mal, por comprensión…Así  va aprendiendo a vivir y a convivir. Se va formando la moral individual, que luego se manifestará en conductas acordes.

Vayamos ahora en busca de ejemplos. ¿Dónde los encontramos?
Estamos rodeados de ejemplos… todo nos habla; la vida, la naturaleza, nuestros semejantes, nosotros mismos … pero el hombre no lo sabe, para él son mudos.

¿ Por qué, aunque  los ejemplos estén ahí, frente a él, no los ve ?
¿ Qué empaña  el cristal de su vista  que le impide   apreciarlos ?

Entre otros factores:
la ignorancia, el egoísmo, la credulidad, la comodidad, el no pensar y muy especialmente el desconocimiento de sí mismo.

O sea, para comprender o apreciar el buen ejemplo, para darle valor, deben la mente y el corazón del hombre evolucionar, cultivar las excelencias del interno sentir, realizar un proceso de limpieza, pues la mente humana no está en condiciones de captarlo aunque lo tenga al lado. Si nuestra mente está en general llena de deficiencias, limitada por prejuicios, creencias, fantasías o conceptos erróneos, lo que captemos será seguramente a través de todo eso, será una imagen muy confusa, cuando no invertida de la realidad.

Se necesita  realizar un proceso de aprendizaje para  comprender lo que la vida nos ofrece, con la gran  diferencia frente a otros aprendizajes, que ese proceso de evolución, de superación, debe ser consciente., con plena conciencia y aprobación del interesado. Esto es lo que la humanidad estaba necesitando…Pero …¿Cómo se hace? ¿Quién enseña a realizar tamaña labor? Se necesita una guía, alguien que enseñe, alguien que dé el buen ejemplo.

El ser humano fue dotado de maravillosos atributos y prerrogativas. Fue ubicado en el mundo, inmerso en la naturaleza, para que de ella tomara ejemplos ejercitando y desarrollando esos atributos, entre los cuales destaca, entre otros, un portentoso sistema mental constituído por dos mentes, la superior y la inferior, constituidas por  las facultades mentales, cuya facultad cumbre es la inteligencia.

Organizando y educando la mente al calor de una concepción nueva, fecunda y humana como la Logosofía lo propone, podrá el ser humano enriquecer su conciencia dotándola de conocimientos que trascienden a los comunes.

“Después de haberse dejado avanzar tanto el mal, no basta señalar una que otra vez el desvío con posturas sentenciosas desde este o aquel sitial; lo que la humanidad necesita es que se le enseñe y transfunda el verdadero conocimiento de su evolución. Es necesario dar al hombre los elementos que le falten para orientar su vida con seguridad por los caminos del mundo. Esto es precisamente lo que ofrece la Logosofía en favor del gran problema pedagógico–moral, cuya solución reclama la conciencia humana.”