La Sorbona ve en la evolución consciente una nueva alternativa para la educación

Símbolo mundial de excelencia en educación, La Sorbona, con más de siete siglos de acción educativa –desde sus orígenes en 1257– aprobó con significativas loas la Tesis de doctorado del profesor Elie Cohen titulada “Elementos para una Filosofía de la Educación”, con el subtítulo “Promover el crecimiento consciente del ser en su condición de individuo”.

Podría ser esta una Tesis más entre las tantas que adornan los estantes del universo académico, pero, para defender su propuesta, Cohen buceó a fondo en la historia del pensamiento humano, investigando las distintas doctrinas educativas y filosóficas, antiguas y contemporáneas. De esas investigaciones surgió valiosa información que trataremos de sintetizar a continuación.

“El hombre puede conocer nuevos mundos…”

Una información central de la Tesis de Cohen recibida por la Universidad de París tiene su fundamento en el proceso logosófico de evolución consciente del hombre: el ser humano puede conocer nuevos mundos además de aquel en que está habituado a actuar rutinariamente, es decir el mundo físico en que realiza sus actividades cotidianas y que –para muchos– comienza y termina como lo hacen los días y las noches, silenciosos testigos de la existencia humana en la tierra…
Pero los “nuevos mundos” de los que da noticia la Tesis de Cohen nada tienen de sobrenaturales o “extraterrestres”. Son mundos tan reales como el mundo físico que nos rodea y el acceso a ellos puede cambiar en forma extraordinaria el curso de la vida humana, elevándola a alturas que, hasta ahora, el hombre no podía escalar.

Para ello el ser humano debe desprenderse de viejos conceptos transformados en prejuicios que se hallan adheridos profundamente en su psicología. Y para lograrlo debe realizar un proceso de adquisición de conocimientos dentro de sí mismo, rompiendo las barreras de las creencias para arribar al plano del saber.

“Un mundo próximo y poco conocido”

En ese proceso de autoconocimiento, el primer mundo con el que el ser humano podrá tener contacto es su propio mundo interior, ahora vedado a su entendimiento por un cúmulo de ideas extravagantes que el hombre aún conserva con respecto a sí mismo, la vida y el universo.

Conocerá también el mundo de los pensamientos, descubriendo en la experiencia palpable y concreta, el mundo mental, que rodea e interpenetra al hombre, influyendo poderosamente en su vida. Identificará así pensamientos que dominan y actúan en su mente, comprendiendo que ellos –los pensamientos– son entidades psicológicas autónomas, dotados de vida propia y que pueden trasladarse de una a otra mente con suma facilidad.

En ese proceso de evolución consciente, que cambia radicalmente el rumbo seguido hasta hoy por la actual civilización, el hombre conocerá su prodigioso mecanismo mental, descubriendo que posee dos mentes –la superior y la inferior o común– con funciones específicas y constituidas por la inteligencia, que agrupa todas las facultades: razón, memoria, observación, imaginación, entendimiento, intuición, etc. y, principalmente, la facultad de pensar.

A lo largo de ese proceso, que se cumple a través de sucesivas etapas, el hombre podrá entrar en contacto con el mundo trascendente, donde podrá ir develando enigmas hasta hoy inaccesibles a su inteligencia y contemplar, extasiado, las grandes concepciones que sustentan y animan el Universo que habita.

La naturaleza del  proceso de evolución consciente

Esta revolucionaria perspectiva que la Tesis de Cohen abre a la filosofía de la educación, podría, para muchos, remontarse al mundo de las utopías, si no estuviese basada, como está, en la Pedagogía Logosófica aplicada en decenas de establecimientos de enseñanzas esparcidos por el mundo, además de haberse constituido en campo experimental de millares de logósofos que aplican en sus vidas la técnica de la evolución consciente del hombre.

En las palabras de González Pecotche, creador de la Logosofía y citadas por Cohen en su trabajo,

“Cada cosa requiere una rigurosa preparación. La naturaleza no da saltos; el hombre tampoco debe hacerlo. Alcanzar la conquista de lo conocido es materia de un proceso de evolución conscientemente realizado, que permite obtener, en la medida en que se va cumpliendo, las comprensiones y conocimientos necesarios para llevar adelante ese empeño”.

Esta característica metodológica y científica del proceso de evolución consciente es permanentemente remarcada en las densas 422 páginas de la Tesis de Cohen, que tuvo la orientación del eminente profesor Robert Misrahi. A lo largo de esas páginas se percibe el extraordinario esfuerzo realizado por el autor de la Tesis, que hace, conforme a las exigencias académicas –máxime en una universidad como La Sorbona– una nómina de 299 citas de eminentes filósofos y pensadores de la educación.

En esa reseña del pensamiento antiguo y contemporáneo Elie Cohen cita a personajes tan diferentes como Kant y Marx, Hegel y Bergson, Lenin y Owen, continuando con Maimonides y Jaspers, Sartre y Piaget, Russel e Illich, Skinner y el propio orientador de Cohen, Misrahi, con incursiones en Lapouge, Maritain, Teilhard de Chardin, Camus, Aron y decenas de otros “monstruos sagrados” de la intelectualidad.

El vigoroso esfuerzo de investigación y análisis de Elie Cohen culmina en el sexto y último capítulo de su Tesis, donde expone el pensamiento creador de Carlos Bernardo González Pecotche, concretando su propuesta con el título-síntesis:  “Educar al individuo es promover su proceso de evolución consciente”.

En este punto la Tesis avanza en la propuesta logosófica citando a González Pecotche:

“Es preciso dar al hombre, por encima de todo, una orientación clara sobre las relaciones consigo mismo; me refiero al hecho de cultivar las facultades internas”

Elie Cohen aprovecha para señalar una diferencia radical entre el nuevo enfoque pedagógico –la evolución consciente del ser– y el modelo corriente de educación. De este último, dice Cohen: “la tendencia habitual es proyectar al ser fuera de sí, para que se instale en el mundo ambiente, con riesgo de perderse en él”. En la nueva Pedagogía que Cohen expone, “lo primordial el llevarlo a investigar y conocer su propio mundo interno”.
Señala entonces la directiva logosófica:

“Todo concepto que el hombre no modifica con su evolución se torna en prejuicio y los prejuicios aprisionan las almas a la roca de la inercia mental y espiritual”.

También advierte Elie Cohen que la creencia busca que el hombre sea dominado por el miedo para que no establezca relaciones consigo mismo. Como contra parte, en el libro “Curso de Iniciación Logosófica” se indica que el hombre “debe permanecer atento a todo lo que acontece dentro de sí mismo”.

Liberándose de la sumisión mental impuesta

También en el sexto capítulo Elie Cohen cita la directiva logosófica de que es urgente liberar al ser humano “de la sumisión mental impuesta por aquellos que especulan con la ignorancia”. Señala que “no se trata, en este caso, de la ignorancia del alfabeto”, pero si que es necesario emancipar a todos aquellos que ignoran la realidad del mundo trascendente, “único capaz de iluminar la vida a través del mundo de los pensamientos”.

Es imposible exponer completamente en una simple reseña –menos aún en una nota periodística– la erudita y profunda Tesis de Elie Cohen, cuyo resultado ciertamente le recompensó el esfuerzo y la decisión de realizarla.

Es ella una importantísima contribución, dada en un momento en que un pensador de la talla de Karl Jaspers admite que “la educación se fragmenta y pierde su solidez”. En un momento en que la reducción de la educación a la esfera de los especialistas empobrece la dimensión emancipadora del saber, transformando al profesor en un mero”Técnico en educación”.

Es también el momento presente de la humanidad, conforme sostiene Cohen, de ruptura de la tradición y ausencia de su manto protector, lo que abre el camino “a todos los posibles”. Así es llegada la hora en que el ser humano es convocado a tener un encuentro consigo mismo, convocado, finalmente, “a rever todo y reconsiderar todo”, en las palabras de Cohen.

“Es una hora de confusión de los adultos, llamados a vivir en un mundo mutante para el cual no fueron preparados, hora de la precariedad de la familia y, frecuentemente, de la renuncia de los padres” remarca el autor, que define el momento actual, en suma, como la “hora de la inquietud”

Hora también en que, a través del trabajo de Elie Cohen, la secular y legendaria Sorbona pasa a disponer de una novísima filosofía de la educación, en la cual “ser maestro del pensar significa, antes de todo, ser maestro de su propio pensamiento”.