Nunca pensé que hacer las cosas con gusto fuera un aspecto de tanta trascendencia para la vida; me parecía algo fácil y la verdad es que me sorprendió mucho ver en la investigación realizada, que es de inmediata aplicación, que lleva a la actividad, que es sencillo y fácil de entender. Comprendí que puede parecernos algo muy lindo, pero que si no lo aplicamos a nuestra propia vida, no veremos todo lo que abarca, todo el alcance que tiene para nuestro propio bien.

¿Cómo hacer para integrar y aplicar a nuestra vida este concepto tan importante, y poder así mejorar y superar nuestras actuaciones? En el libro Curso de Iniciación Logosófica, en la pág. 19, González Pecotche se refiere a: “la edificación de una nueva vida y un destino mejor”.

¿Hemos pensado en qué cosas son las que hacen esa nueva vida? Con frecuencia se nos presentan infinidad de ocasiones y caminos para realizar diferentes cosas que con esfuerzo y buena voluntad debemos transitar para lograr nuestros objetivos; si no lo hacemos, quedaremos como agua estancada, siempre en el mismo lugar.

Por eso, no desaprovechemos esas oportunidades que se nos presentan de hacer las cosas con gusto, ya que ese cambio de conducta nos va a beneficiar no solamente por la alegría y la felicidad que nos va a proporcionar, sino porque también va a ayudarnos a mejorar nuestra propia vida y por ende la vida de relación.

No pretendamos que de un minuto para el otro logremos efectuar cambios que nos beneficien, sino tomarlos como algo que debemos ir incorporando gradualmente y no como una obligación, sino por la comprensión que hayamos logrado de por qué es bueno actuar así, para que de a poco se vaya  transformando en una convicción, en algo que hagamos luego de haberlo verificado a través de la razón, la reflexión y la experimentación.

¿Alguna vez nos hemos planteado el hacer las cosas con gusto? Actuando así obtendremos, entre otros resultados, la íntima satisfacción por la labor cumplida. Analicemos algunas de esas cosas que pueden estar a nuestro alcance, para comenzar a poner en práctica esta sugerencia de hacer todo con gusto.

Ordenar la vida. Si vivimos en el desorden  y no logramos un control, nos comprometemos a hacer más cosas de las que nos es posible. Cuando tenemos muchas actividades, se impone hacer una selección de las tareas más importantes, y no proyectar y/o aceptar   más cosas de las que nuestro tiempo nos permita realizar.

Colaborar con la familia para una más armónica convivencia, pues así nos podemos evitar muchos disgustos, y además lograremos una mayor unión con nuestros seres queridos.

Cultivo de valores. Ser responsables de nuestros propios actos, ser tolerantes con los errores ajenos, respetar a los demás seres, ser más pacientes, cuidar el lenguaje que empleamos, ser gratos con lo que recibimos.

Realizar nuestro trabajo no por obligación,  sino porque es importante para nuestra vida y además, no sólo exigir derechos, sino cumplir con nuestros deberes.
Para lograr estos cambios, es necesario tener presente aspectos como: estar atentos, poner entusiasmo, esfuerzo, perseverancia y buena voluntad. También ser más flexibles, actuar con lógica y sensatez. No esperar todo de los demás seres.

“Hay que hacer brotar la alegría interna para que se transforme en buena disposición, a fin de que todo se haga con gusto y nunca mortificándose por esto o por aquello, pues se estaría quitando todo valor a lo hecho. Cuando una cosa se hace a gusto todos la estiman, despreciándosela cuando se la hace a disgusto. La diferencia entre una y otra forma de obrar es muy notable, fuera de duda; este solo hecho debe estimular a todos, de hoy en adelante, a hacer las cosas como deben hacerse, vale decir, con el mismo gusto con que Dios hizo todo cuanto existe”.

(Del libro: “Introducción al Conocimiento Logosófico”, pág. 275 de Carlos B. González Pecotche)