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Sentate a pensar

En la actividad docente es ya poco usual que se «ponga en penitencia» a los niños, esa práctica nada edificante ha ido siendo sustituida por otras como enviar al niño a que se «siente a pensar».

Claramente que la intención del adulto es que el niño no vuelva a cometer ese error nuevamente, que se detenga y reflexione sobre aquello que hizo mal, pero eso que le estamos pidiendo ¿es realizable? ¿Tiene el niño la capacidad de reflexionar por si solo? Bajo la luz de estas reflexiones, mandar al niño a pensar, ¿No es en definitiva muy parecido a ponerlo en penitencia? ¿Cómo proceder entonces?

La OBEDIENCIA INTELIGENTE: un concepto original

La desobediencia es una deficiencia caracterológica que aflige a niños, adolescentes, jóvenes y aún adultos.
Incubada en la niñez, se manifiesta generalmente como rebeldía, al no enseñarse al niño las razones por las cuales debe obedecer y los beneficios que la obediencia reporta a la vida.

La paciencia como factor de evolución

De estos contenidos se desprenden dos aspectos que frecuentemente se reflejan en el lenguaje común y que podrían traducirse en “espera pasiva” de algo que se desea lograr, o tolerancia frente a los agravios o destratos a que podemos ser sometidos.

Las expresiones corrientes: “tengo que tener una paciencia con mis hijos! “ o “ ¡qué voy a hacer, tengo que esperar! “, ejemplifican nuestra comprensión sobre el uso corriente del vocablo en cuestión.

Pero he aquí que la Logosofía viene a dar luz sobre este tema, afirmando que la paciencia es una virtud, si se ejerce conscientemente y la tolerancia es otra, dirigida a otros objetivos.

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por | May 14, 2018